Evolución

Avanzaba altivo por la floresta, consciente de su supremacía cuando se lo encontró. Repentino, entre los arbustos, parecido a él, pero un algo indefinible los diferenciaba. No lo analizó. Con un golpe de su bastón lo derribó. Un par de golpes más acabaron con la resistencia que hubiera podido presentar.
Ahora que el enfrentamiento o simplemente escaramuza había terminado, se detuvo a contemplarlo. Era un poco más alto, pero menos robusto y con una extraña configuración general, sobre todo en la cara que asemejaba más a un recién nacido que a un ser completo.
Tampoco se preocupó demasiado. Cargó con el cuerpo y se encaminó a la aldea. Allí lo asaron y se lo comieron sin disquisiciones estilísticas. Pero él sentía curiosidad. Al amanecer siguiente se dirigió a la dirección en la que apareció el extraño. Siguió el rastro que había dejado al llegar allí. Pronto encontró un grupo muy semejante. Una figura se alejó hacia el río. La siguió interesado y curioso. Era una hembra. Contempló con agrado sus formas redondeadas. Ella no parecía tan extraña como el macho que había cazado el día anterior. Tardó poco en decidirse. Se abalanzó y su robustez venció la resistencia. Se la llevó consigo.
Entre los suyos, describió su descubrimiento y venciendo las suspicacias habituales de aquellos que gustan siempre de encontrar piedras en el océano, planearon la acción. En los siguientes días fueron cazando y devorando golosamente a los extraños animales y acaparando a sus hembras.
Fue así como los neandenthal acabaron con los cromagnon y gracias al cruce que provocaron, crearon el sapiens. Aunque les moleste a los marisabidillos antropólogos.

Entradas populares de este blog

De Yago

Arthur

Lagartos terribles