Cabalgando por el mundo

Fabricaron un arnés para sujetarlo a la silla y vistiéndolo con su traje de guerrero salieron al campo de batalla y el enemigo al verlo al frente de sus tropas cuando lo creían muerto, huyó en desbandada.
Y él les persiguió, y gustándole esa sensación, desapareció entre la arboleda dejando atónitos a los suyos, que tuvieron que enterrar en su lugar un cuerpo no reclamado recogido entre los moros muertos en batalla.
Y así nació su leyenda. Se le vió en La Mancha, guerreando con unos molinos. Años más tarde, en la llanura de Carabobo, cabalgando espada en ristre al frente de los suyos en épica contienda. Apareció de nuevo vestido de pope un mes de enero dirigiendo cientos de miles de hambrientos que serían masacrados minutos después. Los últimos que lo han visto, lo señalan abandonando con sus hombres las cuevas de Tora Bora minutos antes de que fuesen brutal e inútilmente bombardeadas.

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