Lo que la historia nos oculta es lo que dijo Rodrigo de Triana cuando el sinvergüenza de Colón le robó los diez mil maravedíes que había ganado. Y nosotros no lo contamos porque este blog no admite obscenidades.
Como está demostrado históricamente, el rey Arthur de Bretaña, Héroe de la tabla redonda, no murió, si no que se retiró durante una temporada a la isla Ávalon. Prueba de ello es que Felipe segundo cuando se casó con su sobrina María la Sanguinaria, juró abandonar el trono en el momento en que volviese Arthur, y esta memez no la hubiera hecho si no supiese de fuentes fidelignas que existía esa posibilidad. Pues bien, desde el momento de su desaparición, Arthur ha intentado volver en varias ocasiones sin éxito. La última, fue detenido e internado en un sanatorio mental por orden de la Thatcher, y allí le aplicaron electroshocks continuados hasta que se le quitó la idea de la cabeza. Ahora reside en una comuna de antiguos hippies en Ibiza, dedicado a la vida contemplativa, y distrayéndose con la visión del vídeo de Indiana Jones y la última cruzada.
Y los que había comido eran unos cinco mil hombres, sin contar mujeres y niños, y sobraron más de doce canastos que se llevaron a sus casas. Y los pescadores del lago tuvieron esa noche que tirar su pescado podrido que nadie quiso. Y los tenderos hicieron lo mismo, así como los panaderos con el duro pan invendido. Y esa noche en muchas casas de humildes trabajadores no hubo comida y los niños se fueron a las camas con el estómago gimiente, y todo fueron lágrimas y maldiciones. ¿Os extrañáis de que lo ejecutasen?
Ignorando la evidencia demostrada de manera incuestionable por Fredric Brown 1 , de la dependencia del sapiens de otros elementos vivos y por lo tanto no ser la cúspide de la cadena evolutiva, continúan algunos seres con sus ridículas supersticiones. En primer lugar, aunque estos son sobre todo enfermos, los paranoicos creacionistas con sus ridículas e infantiles concepciones. Y luego, los estrictos evolucionistas que no quieren aceptar el indudable error en el origen de la argumentación darwiniana, basada en que el sapiens representa el desarrollo más perfeccionado de la cadena evolutiva. Si aceptamos que hay otras ramas con un acabado más completo estaremos mucho más cerca de la realidad. Aun somos pocos los conscientes de nuestra nimiedad. 1 Brown, Fredric, Come and Go Mad, 1949 (Hay traducción: Doncel 72 y Bruguera 83)