Cinco y dos

Y los que había comido eran unos cinco mil hombres, sin contar mujeres y niños, y sobraron más de doce canastos que se llevaron a sus casas.
Y los pescadores del lago tuvieron esa noche que tirar su pescado podrido que nadie quiso. Y los tenderos hicieron lo mismo, así como los panaderos con el duro pan invendido. Y esa noche en muchas casas de humildes trabajadores no hubo comida y los niños se fueron a las camas con el estómago gimiente, y todo fueron lágrimas y maldiciones.
¿Os extrañáis de que lo ejecutasen?

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